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masQarquitectura | 29 marzo, 2024

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Historia del Monasterio de Sant Cugat

monasterio
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Muchas veces nos cuesta mirar a nuestro alrededor sin darnos cuenta de las joyas que nos rodean. Y eso ocurre con el bello pueblo de Sant Cugat del Vallés respecto a Barcelona. Un pueblo cuyo encanto quizás resida en eso mismo, pasar desapercibo abrazado por el Collserola entre la paz que la aleja del bullicio barcelonés, y con un patrimonio con el que alzar la cabeza: el monasterio de Sant Cugat.

Como toda ciudad próspera, Sant Cugat usó el empuje de una construcción cívica, este caso del monasterio, como motor de su crecimiento ya en la Edad Media, cuando los sancugatenses decidieron unificar la iglesia donde reposaban los restos de San Cucufato con una fortificación anexa.

Pero, ¿Cómo una iglesia se convierte en todo un exponencial de crecimiento? Gracias a la unión de dos poderes, el ya de por sí influyente eclesiástico, y el político. Ambos encarnados en las figuras del abad Odón y el rey Pedro III.

monasterio san cugat

“En la Edad Media la unión de los poderes eclesiásticos y políticos suponían crecimiento asegurado para la zona”

El primero de ellos actuando como salvaguarda del patrimonio de la zona, ordenando su reconstrucción tras el ataque de la tropas sarracenas de Almanzor, y el segundo realizando añadidos de carácter militar como las torres de guardia.

Un esplendor provocado por un desprecio

Otra de las figuras que, mal le pese, está ligada al crecimiento del Monasterio fue la de Berenguer Ramón III, Conde de Barcelona cuya decisión de someter los dominios del monasterio a los de San Ponce de Tomieres, situado en la Provenza forzó la decisión que haría crecer el poder de la zona.

Este hecho, que en otros casos hubiese causado un declive, tuvo como inesperada consecuencia el levantamiento de los monjes que incluso fueron expulsados.

El revuelo llegó a los oídos del obispo de Barcelona que tuvo a bien acoger al monasterio bajo su legado, haciéndolo cabeza de otras diócesis como las de Santa Cecília, Sant Llorenç del Munt, Sant Pau del Camp, Sant Pere de Clará y Sant Salvador de Breda.

Guerra, decadencia y recuperación

Con la caída de las estructuras de la Edad Media, ya no eran los centros eclesiásticos los epicentros de poder, situándose estos en torno a las zonas comerciales. Finalmente la Guerra de Sucesión hizo merma con múltiples destrozos en el Monasterio, que acabó por sucumbir al abandono con las desamortizaciones producidas durante el Siglo XIX.

No fue a mediados de ese mismo siglo cuando, en la labor de reconocimiento y conservación de la Comisión de Monumentos Históricos, decidió sabiamente restaurarlo, culminando el reconocimiento de esta gran obra con la concesión del título de Monumento Histórico Artístico en 1931

Historia viva

El Monasterio ya no será el centro de poder que fue, pero ello no quita que haya decaído su importancia.

El Monasterio es un gran motivo por el que la compra de un piso en Sant Cugat esté más que justificada, ya que simboliza todo lo descrito en el entorno: paz, sosiego y belleza, mantenida por todos los ciudadanos de este tesoro del Vallés cuya filosofía de vida consiste en trabajar para que se pueda disfrutar descansando en esta ciudad. ¡Respira de la rutina!

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