El 5 de enero de 1933 se ponía la primera piedra del que actualmente es, no solo para la arquitectura, uno de los puentes más célebres del planeta, el Golden Gate, en San Fransciso. Seguramente Joseph Strauss, a pesar de ser consciente de la importancia y el papel que jugaba esta estructura, no se imaginaría la cantidad de ocasiones en las que esta obra aparecería en series de televisión y películas.

Se tardarían cuatro años aproximadamente en construirlo y en este proceso destacaron ya algunas estrategias y técnica por aquel entonces innovadoras en arquitectura: Strauss introdujo cambio en el uso de redes de seguridad móviles por debajo de las obras y esto salvó la vida de varios trabajadores… Pero bueno, el caso es que el 27 de mayo de 1937 se abría al tráfico peatonal y un día después se dejaban pasar los vehículos.

La importancia de este puente colgante es mucha. No en vano, esta estructura californiana une la península de San Francisco por el norte con el sur de Marin. Tiene una longitud aproximada de 1.280 metros, está suspendido de dos torres de 227 metros de altura y tiene una calzada de seis carrilles –tres por dirección-, además de contar con carriles protegidos accesibles para peatones y bicis.

Este puente transporta de punta a punta gran cantidad de la energía necesaria para el desarrollo de esta zona, a modo de tendidos eléctricos y conducciones de combustible. Por debajo, el movimiento también es de lo más agitado. Está en el estrecho ‘Golden Gate’, del que recibe su nombre, y bajo su estructura deja 67 metros de altura por los que pasan barcos a través de la bahía.

El tráfico en este puente es intenso. No en vano se trata de la única vía para salir de San Francisco por el norte, forma parte de la ruta 101 y de la Ruta Estatal de California, y es por ello que a diario pasan por su superficie unos 100.000 vehículos. Como anécdota final, reseñar que a su paso por el Golden Gate los conductores deben apretar el freno, ya que el límite de velocidad se redujo de 90 km/h a 70 km/h en 1983.